domingo, 28 de abril de 2013

Si tú eres la vida verdadera

Si tú eres la vida verdadera,
el agua viva del andar sediento,
si tú eres la paz que aquieta el alma,
el Dios de la esperanza al descubierto,
si tú eres el Padre de los hombres,
cabeza y corazón de nuestro cuerpo,
¿por qué temer la muerte inseparable?
¿por qué la angustia, y el horror, y el miedo?

Si no fuese verdad cuanto dijiste
por medio de Jesús el Nazareno,
sería falso lo mejor del mundo,
una inútil pasión el universo,
el tormento de Tántalo la vida,
la esperanza el ensueño de un mal sueño.

Tú eres, tú, Señor de la esperanza,
la pasión y la vida y el ensueño,
y el fin de la fatiga de la muerte
y el remolino azul de tanto miedo.

V. M .Arbeloa

viernes, 26 de abril de 2013

Vives en el pan

Vives en el pan
roto y compartido.
Vives en la copa
redonda de vino.

Banquete de pobres.
Botín de mendigos.
Compañero fiel,
amigo entre amigos.

Vestido de vientos
y sol de domingo,
moreno de viñas,
y hermoso de trigos.

Muerto por los hombres
y en los hombres vivo.
Cuando nos juntamos
te abrimos caminos
y vienes y pasas
alegre y activo
por todas las cosas
por todos los sitios.

Cantamos tu muerte:
el definitivo
triunfo de la vida
por mundos y siglos.

Cantamos la muerte
fatal destino.
Cantamos la fiesta
final del sentido.

Vives en el pan
roto y compartido.
Vives en la copa
redonda de vino.

J.M Arbeloa

domingo, 21 de abril de 2013

Padre Nuestro

Padre nuestro, que ves nuestro dolor,
nuestro llanto, nuestras dudas, nuestros miedos
a la muerte, a la angustia, a las sombras de la nada,
lo mismo que Jesús en el Gólgota, en el huerto…

Ya sabes que esperamos tus abrazos
y los abrazos vivos de todos nuestros muertos
cuando el mundo dé el salto hacia su cumbre,
cuando venga sobre todos la gracia de tu reino.

Danos el pan de la esperanza cotidiana
y perdona nuestros pasos torcidos
nuestros pasos tan lentos,
que tantas tentaciones y males los retrasan.
Por eso te decimos con gozo y con confianza:
Padre nuestro.

V. M. Arbeloa

domingo, 7 de abril de 2013

No creo... lo que veo

Ahora que estamos solos, Cristo,
te diré la verdad: Señor, no creo.
¿Cómo puedo creerme lo que veo,
si la fe es creer lo que no he visto?

Si oigo tu voz en mí, ¿cómo resisto?
¿Cómo puedo buscar, si te poseo,
si te mastico, si te saboreo?
Esta es mi fe: comulgo, luego existo.

No tendré que saltar sobre el vacío
para llegar al borde de tus manos
o poner en tu pecho mi cabeza.
Más dentro estás de mí que lo más mío.
Conozco más tu voz que la de mis hermanos.
Que es más cierta tu fe que la certeza.

J.L. Martín Descalzo