viernes, 31 de diciembre de 2010

Bendición irlandesa

Que el Señor te bendiga.
Que llene tu corazón de paz y calor,
tu alma de gracia y luminosidad,
tu mente de sabiduría,
tu ojos de claridad y sonrisas,
tu mirada de bondad,
tus oídos de música armoniosa,
tu boca de felicidad,
tu nariz de perfume,
tus manos de ternura,
tus brazos de fuerza,
tus piernas de energía,
tus pies de danzas,
todo tu cuerpo de bienestar.

Que el Señor te conceda
en todo tiempo Su Bendición.
Que Él te acompañe y te proteja,
te regale la alegría
durante toda tu vida,
te de coraje
y te preste fuerzas,
para que también en los tiempos difíciles
puedas encontrar tu propio camino.

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Der Herr segne Dich.
Er erfülle Dein Herz mit Ruhe und Wärme,
Deine Seele mit Gnade und hellem Licht,
Deinen Verstand mit Weisheit,
Deine Augen mit Klarheit und Lachen,
Deinen Blick mit Güte,
Deine Ohren mit wohltönender Musik,
Deinen Mund mit Fröhlichkeit,
Deine Nase mit Wohlgeruch,
Deine Hände mit Zärtlichkeit,
Deine Arme mit Kraft,
Deine Beine mit Schwung,
Deine Füße mit Tanz,
Deinen ganzen Leib mit Wohlbehagen.

So lasse der Herr
alle Zeit Seinen Segen
auf Dir ruhen.
Er möge Dich begleiten und beschützen,
Dir Freude schenken
Dein Leben lang,
Dir Mut zusprechen
und Kraft verleihen,
damit Du auch in schweren Zeiten
den für Dich bestimmten Weg findest

Todo es de color

Todo el mundo cuenta sus penas, pidiendo la comprensión,
quien cuenta sus alegrías, no comprende al que sufrió.

Señor de los espacios infinitos,
Tú que tienes la paz entre las manos,
derrámala, Señor, te lo suplico
y enséñales a amar a mis hermanos.

Enséñales lo bello de la vida
y a ser consuelo en todas las heridas.
Y amar con blanco amor toda la tierra
y buscar siempre la paz, Señor, y odiar la guerra.

De lo que pasa en el mundo, por Dios, que no entiendo nada,
el cardo siempre gritando y la flor siempre callada.
Que grite la flor y que se calle el cardo
Y todo aquel que sea mi enemigo que sea mi hermano.

Sigamos por esa senda, a ver qué luz encontramos,
Esa luz que está en la tierra y que nosotros apagamos.

Señor de los espacios infinitos,
Tú que tienes la paz entre las manos,
derrámala, Señor, te lo suplico
y enséñales a amar a mis hermanos.

Lole

lunes, 27 de diciembre de 2010

Amar y rezar

Un hombre, después de mucho tiempo caminando, llegó al lugar donde vivía un gran sabio. Al recibirle, le pidió encarecidamente:
- ¡Muéstreme el camino hacia Alá!
- ¿Te has enamorado alguna vez de alguien? - preguntó el sabio
- ¿Enamorarme? ¿Que es lo que el gran maestro quiere decir con eso? Me prometí a mí mismo jamás aproximarme a una mujer, huyo de ellas como quién intenta escapar de una enfermedad. Ni siquiera las miro. Cuando pasan, cierro los ojos.
- Procura volver a tu pasado e intenta descubrir si alguna vez, en toda tu vida, hubo algún momento de pasión que dejase tu cuerpo y tu espíritu llenos de fuego.
- Vine hasta aquí para aprender a rezar y no a cómo enamorarse de una mujer. Quiero ser guiado hasta Alá y usted insiste en querer llevarme hascia los placeres de este mundo. No entiendo lo que desea enseñarme.
El sabio permaneció silencioso algunos minutos y finalmente dijo:
- No puedo ayudarte. Si tú nunca tuviste alguna experiencia de amor, nunca conseguirás experimentar la paz de una oración. Por lo tanto, regresa a tu ciudad, enamórate, y vuelve a buscarme sólo cuando tu alma esté llena de momentos felices.
Sólo una persona que entiende el amor puede entender el significado de la oración. Porque el amor por alguien es una oración dirigida al corazón del Universo, una plegaria que Alá colocó en las manos de cada ser humano como un presente divio

LA DANZA DEL CORAZÓN, Sabiduría Sufí

sábado, 25 de diciembre de 2010

Canción de Navidad

En la oscuridad de la noche alguien grita:
Ha surgido la estrella de la mañana,
nos ha nacido un hijo de hombre,
que se llama «Dios nos salvará».
Abrid vuestros corazones,
dad crédito a vuestros ojos,
confiad en lo que veis:
desde lo alto llega la palabra de Dios
hasta nosotros
vestida con ropas de hombre.

Ningún otro signo se nos ha dado,
ninguna otra luz en nuestras tinieblas:
sólo esta criatura pequeña,
un Dios que es nuestro hermano.
Cantad a vuestro Dios que en Jesucristo
manifestó su amor a los hombres
y que toda carne contemple la salvación.

Como el sol llega con su bendición,
esposo de luz y fuego,
así llega el señor de la paz,
su hora ha llegado para siempre.
El se desposa con todas las criaturas,
su amor pasa de boca en boca.
Llena nuestras manos con su cuerpo
y así vivimos su nueva alianza.

Señor Dios y padre de Cristo Jesús,
en esta noche ha nacido
nuestra salvación, nuestra esperanza,
te rogamos que nos hagas ver su luz naciente,
que podamos amarle
y conservar entre nosotros tu palabra,
paz en la tierra,
ahora y todos los días,
hasta siempre.

Huub Oosterhuis

viernes, 24 de diciembre de 2010

Bendición de la mesa en Nochebuena

Señor, Padre nuestro,
Tú nos has llenado
del resplandor de tu luz
con el nacimiento de tu Hijo Jesús,
hecho hombre por amor a los hombres.
Te pedimos que bendigas esta mesa
y nos bendigas también a nosotros,
reunidos aquí gozosamente en familia.
Haz, Padre, que sepamos compartir
y extender tu mismo Espíritu
de fraternidad y paz.
Consérvanos unidos.
Danos pan y trabajo.
Danos fuerza y ternura
para ser hombres y mujeres justos.
Que en todo el mundo
haya buenos días
y buenas noches-buenas.
Te lo pedimos por Jesucristo
Nuestro Señor,
Amén.

La visitadora

Era en Belén y era Nochebuena la noche.
Apenas si la puerta crujiera cuando entrara.
Era una mujer seca, harapienta y oscura
con la frente de arrugas y la espalda curvada.

Venía sucia de barro, de polvo de de caminos.
La iluminó la luna y no tenía sombra.
Tembló María al verla; la mula no, ni el buey
rumiando paja y heno igual que si tal cosa.

Tenía los cabellos largos, color ceniza,
color de mucho tiempo, color de viento antiguo;
en sus ojos se abría la primera mirada
y cada paso era tan lento como un siglo.

Temió María al verla acercarse a la cuna.
En sus manos de tierra, ¡oh Dios!, ¿qué llevaría?...
Se dobló sobre el Niño, lloró infinitamente
y le ofreció la cosa que llevaba escondida.

La Virgen, asombrada, la vio al fin levantarse.
¡Era una mujer bella, esbelta y luminosa!
El Niño la miraba. También la mula. El buey
mirábala y rumiaba igual que si tal cosa.

Era en Belén y era Nochebuena la noche.
Apenas si la puerta crujió cuando se iba.
María, al reconocerla, gritó y la llamó: “¡Madre!”
Eva miró a la Virgen y la llamó: “¡Bendita!”

¡Qué clamor, qué alborozo por la piedra y la estrella!
Afuera aún era pura, dura la nieve y fría.
Dentro al fin, Dios dormido, sonreía teniendo
entre sus dedos niños la manzana mordida.

Antonio Murciano

jueves, 23 de diciembre de 2010

Pronuncio tu nombre

Dios mío,
pronuncio tu nombre sin poderte poseer
porque eres más grande que el hombre
y más pequeño que una palabra,
más silencioso que el silencio de todo el mundo.
Que esté dispuesto a recibirte,
dame un corazón palpitante
y ojos nuevos
para verte a ti, oculto e invisible,
y para acogerte
cuando te acercas impotente,
para que en mi gran debilidad,
en mi muerte,
sepa quién eres tú.

Huub Oosterhuis

domingo, 19 de diciembre de 2010

¿Por dónde empezaré?

Basándome en la palabra del Talmud de que es suficiente que todos los hombres se arrepientan para que llegue el Mesías, decidí influir en ellos. Estaba seguro de tener éxito. Pero ¿por dónde empezar? El mundo es tan vasto. Empezaría por el país que mejor conocía: el mío. Pero era tan enorme mi país. Bueno, comenzaría por la ciudad que me era más próxima: la mía. Pero es tan grande mi ciudad… apenas la conozco. Bueno, empezaría por una calle. No, por mi casa. No, por mi familia. Bueno, empezaré por mí mismo.

Elie Wiesel: Retratos y leyendas jasídicas

domingo, 5 de diciembre de 2010

Bautismo de fuego

Contra el frío del egoísmo, el fuego de la caridad;
Contra el frío de la codicia, el fuego de la generosidad;
Contra el frío de la indiferencia, el fuego de la solidaridad;
Contra el frío del rechazo, el fuego de la acogida;
Contra el frío de la soledad, el fuego de la cercanía;
Contra el frío de la duda, el fuego de la verdad;
Contra el frío del desencanto, el fuego de la ilusión;
Contra el frío del hombre, el fuego de Dios.

Cáritas