lunes, 29 de marzo de 2010

Semana Santa 2010

Te doy gracias, Señor,
porque vienes sobre un borriquillo
y no sobre querubines,
vienes en la humildad y no en la grandeza.
Vienes en pañales
y no en la armadura de un guerrero,
vienes en un pesebre y no en las nubes del cielo;
entre los brazos de tu Madre,
no en el trono de tu Majestad.
Vienes sobre un borriquillo…
Vienes para nosotros y no contra nosotros;
vienes para salvar, no para juzgar;
para visitarnos en la paz, no para condenar con ira.
SÍ, vienes así, Señor Jesús,
en lugar de huir saldremos corriendo a tu encuentro.

Pietro Di Celle

sábado, 13 de marzo de 2010

¡Hasta dónde llega tu amor, Dios nuestro!

Tú, Padre de todos nosotros,
sales a nuestro encuentro, aunque te hayamos fallado,
nos recibes de nuevo una y mil veces,
nos esperas con los brazos abiertos
y nos entregas el anillo de tu confianza.

Nosotros, en cambio, nos ponemos furiosos,
cuando a otros nos parece que les tratas mejor,
nos quejamos de nuestra suerte
y sentimos envidia de otros hermanos,
juzgando tu comportamiento amoroso e incondicional.

Y es que tú, Padre, tienes un corazón blando,
al que nada le hiere, más que nuestro desamor,
al que sólo le preocupa nuestra felicidad,
y que sólo desea que nos amemos como hermanos.

Ayúdanos a no volvernos exigentes con nadie,
a pedir perdón por nuestros errores, con humildad,
a aceptar que otros tengan mejor suerte,
a sentir con el otro, a amarle desde el adentro,
a captar lo que vive y a tratarle como le tratas tú.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Si puedo

Si puedo hacer, hoy, alguna cosa,
si puedo realizar algún servicio,
si puedo decir algo bien dicho,
dime cómo hacerlo, Señor.

Si puedo arreglar un fallo humano,
si puedo dar fuerzas a mi prójimo,
si puedo alegrarlo con mi canto,
dime cómo hacerlo, Señor.

Si puedo ayudar a un desgraciado,
si puedo aliviar alguna carga,
si puedo irradiar más alegría,
dime cómo hacerlo, Señor

De nuevo hoy por primera vez

Tantos años trabajando en tu hacienda,
conversando contigo y comiendo a tu mesa
como uno más de la familia, y no sé nada de ti.

No conozco los surcos de tu rostro
ni recuerdo el timbre de tu voz.
No sé todavía el color de tus ojos
ni he aprendido el ritmo de tu corazón. ¡Ay!

Eres todavía como un recién llegado
siendo tan cotidiano y tan cercano.
Tan nuevo y sin estrenar
como si hubiera estrechado por primera vez,
hoy, tu mano,
cuando he sentido
la pasión turbadora y serena,
ahora mismo, de tu compañía.

Tantos años trabajando en tu hacienda
y comiendo a tu mesa,
y eres nuevo todavía para mí,
Dios mío.

P.Loidi

sábado, 6 de marzo de 2010

Estás en manos de Dios

Piensa que estás en manos de Dios,
tanto más fuertemente agarrado
cuanto más decaído y triste te encuentres.
Vive feliz, te lo suplico.
Vive en paz.

Que nada te altere.
Que nada sea capaz de quitarte tu paz.
Ni la fatiga psíquica. Ni tus fallos morales.
Haz que brote y conserva siempre en tu rostro
una dulce sonrisa,
reflejo de la que el Señor continuamente te dirige.

Y en el fondo del alma coloca, antes que nada,
como fuente de energía y criterio de verdad,
todo aquello que te llene de la paz de Dios.

Recuerda: cuanto te reprima o inquiete es falso.
Te lo aseguro en nombre de las leyes de la vida
y de las promesas de Dios.
Por eso cuando te sientas apesadumbrado y triste
adora y confía...

P. TEILHARD DE CHARDIN