domingo, 29 de abril de 2012

Buen Pastor

Gracias, Pastor mío,
soy tu oveja más pequeña,
pero tú me regalas, me cuidas
con tanta delicadeza.

Líbrame, buen Pastor,
del temor y el sobresalto;
caminaré junto a ti,
seguiré de cerca tus pasos.

Cuando me falten las fuerzas,
llévame, Pastor, en brazos,
y abrázame bien contra tu pecho,
pues bien sabes que te amo.

Y cuando llegue el dolor, las heridas,
ya no quiero llorar,
aplícame tus medicinas: vino y aceite perfumado
y tus mejores caricias.

Si el camino se hace largo,
y flaquea la esperanza,
tú me cuentas parábolas.

Y a la hora de la cena,
con el pan y el vino
me recreas.

Cáritas

domingo, 22 de abril de 2012

Pobre Dios

Ojalá, Señor, te llegue mi voz.
Aquí estoy.
Sin grandes palabras que decir.
Sin grandes obras que ofrecer.
Sin grandes gestos que hacer.
Solo aquí. Solo. Contigo.
Recibiré aquello que quieras darme:
luz o sombra. Canto o silencio.
Esperanza o frío. Suerte o adversidad.
Alegría o zozobra. Calma o tormenta.
Y lo recibiré sereno,
con un corazón sosegado,
porque sé que tú, mi Dios,
también eres un Dios pobre.
Un Dios a veces solo.
Un Dios que no exige, sino que invita.
Que no fuerza, sino que espera.
Que no obliga, sino que ama.
Y lo mismo haré en mi mundo,
con mis gentes, con mi vida:
aceptar lo que venga como un regalo.
Eliminar de mi diccionario la exigencia.
Subrayar el verbo “dar”.
Preguntar a menudo: “¿Qué necesitas?”
“¿Qué puedo hacer por ti?”,
y decir pocas veces “quiero” o “dame”.
Y así sigo, Dios: Aquí,
sin más, en soledad.
En silencio.
Contigo, mi Dios pobre.

José M. R. Olaizola (http://www.pastoralsj.org/)

domingo, 1 de abril de 2012

No hay medida

Nos ha amado así,
hasta lavar los pies de sus amigos y traidores,
y más abajo, como esclavo,
hasta hacerse pan para los pobres,
y más adentro y aún mejor;
hasta derramar su sangre por nosotros,
y más, y ofrecer el propio espíritu;
hasta morir orando, prometiendo y perdonando,
y más, y regalando;
hasta hacer de la cruz un sacramento,
y más a fondo, hasta cargar las cruces de los hombres,
hasta el fin;
hasta hacer de la muerte una victoria,
y más, hasta la gloria.
No hay medida,
siempre más.