lunes, 28 de febrero de 2011

Letanía

Enséñame cómo se va a ese país
que está más allá de toda palabra y de todo nombre.
Enséñame a orar a este lado de la frontera,
aquí donde se encuentran estos bosques.
Necesito que tú me guíes.
Necesito que tú muevas mi corazón.
Necesito que mi alma se purifique
por medio de tu oración.
Necesito que robustezcas mi voluntad.
Necesito que salves y transformes el mundo.
Te necesito a ti para todos cuantos sufren,
para todos cuantos padecen prisión,
peligro o tribulación.
Te necesito para todos cuantos han enloquecido.
Necesito que tus manos sanadoras
no dejen de actuar en mi vida.
Necesito que hagas de mí,
como hiciste de tu Hijo,
un sanador, un consolador, un salvador.
Necesito que des nombre a los muertos.
Necesito que ayudes a los moribundos a cruzar el río.
Te necesito para mí, tanto si vivo como si muero.
Es preciso. Amén.

Thomas Merton

domingo, 20 de febrero de 2011

Si el amor nos hiciera

Si el amor nos hiciera poner
hombro con hombro,
fatiga con fatiga
y lágrima con lágrima.
Si nos hiciéramos unos.
Unos con otros.
Unos junto a otros.
Por encima del oro y de la nieve,
aún más allá del oro y de la espada.
Si hiciéramos un bloque sin fisura
con los seis mil millones
de rojos corazones que nos laten...
¡qué hermosa arquitectura
se alzaría del lodo!

Angela Figuera Aymerich
http://www.pastoralsj.org

Hiere la miseria de mi corazón

Mi oración, Dios mío, es ésta:
Hiere, hiere la raíz de la miseria de mi corazón.
Dame fuerza para llevar ligero mis alegrías y mis pesares.
Dame fuerza para que mi amor dé frutos útiles.
Dame fuerza para no renegar nunca del pobre,
ni doblar la rodilla al poder del insolente.
Dame fuerza para levantar mi pensamiento
sobre la pequeñez cotidiana.
Dame, en fin, fuerza para rendir mi fuerza,
enamorada, a tu voluntad.

R. Tagore

domingo, 6 de febrero de 2011

Todo mi ser canta al Señor

Todo mi ser canta al Señor.
Canto y me estremezco de alegría.
No lo disimulo.
Ya no tengo miedo.
Soy feliz, Señor.
¡Tú me has salvado!
El Señor hace morir y hace vivir,
Es dueño de la muerte y de la vida.
Hace que el pobre se haga rico
y que el aplastado se levante.
Levanta al pobre del polvo y aleja del mendigo la pena,
le devuelve la confianza de ser un hombre
entre los demás hombres
y le restituye su dignidad.

F. Chalet

Tarde Te amé

¡Tarde te amé,
hermosura tan antigua y tan nueva,
tarde te amé!

Tú estabas dentro de mi,
yo, fuera.
Por fuera te buscaba
y me lanzaba sobre el bien y la belleza
creados por Ti.

Tú estabas conmigo
y yo no estaba contigo
ni conmigo.
Me retenían lejos las cosas.
No te veía ni te sentía,
ni te echaba de menos.
Mostraste tu resplandor
y pusiste en fuga mi ceguera.
Exhalaste tu perfume,
y respiré,
y suspiro por Ti.
Gusté de Ti,
y siento hambre y sed.
Me tocaste,
y me abraso en tu paz

Adapt. de S. Agustín