domingo, 31 de octubre de 2010

¿Cómo podrá romperse el vínculo que nos une?

¿Cómo podrá romperse el vínculo que nos une?
Yo me debo todo a Tí,
como el loto se debe al agua,
y la marea al claro de luna,
que contempla toda la noche.

Siempre, del principio al fin,
ha habido amor entre Tú y yo.
¿Y cómo, entonces, puede este amor cesar
de ser en el tiempo?
Igual que el río se sume en el océano,
se sume mi vida en Ti.

La luna refulge en mi cuerpo,
pero mis ojos no pueden verla:
la luna está en mí y el sol.
La sinfonía de la eternidad
se difunde en mí,
pero mis oídos sordos no pueden oírla.
Mientras el hombre viva en nombre del Yo y el Mío,
sus obras no tendrán valor alguno;
sólo con la renuncia al Yo y al Mío
se cumple tu obra, Señor.

Kabir

domingo, 24 de octubre de 2010

Él te amó primero

No le reces a Dios mirando al cielo,
¡mira hacia adentro!
No lo busques a Dios lejos de ti,
sino en ti mismo...

No le pidas a Dios lo que te falta:
¡búscalo tú mismo!, y Dios lo buscará contigo,
porque ya te lo dio como promesa y como meta
para que tú lo alcances...

No reproches a Dios por tu desgracia;
¡súfrela con Él! Y Él sufrirá contigo;
y si hay dos para un dolor,
se sufre menos...

No le exijas a Dios que te gobierne,
a golpe de milagros, desde afuera;
¡gobiérnate tú mismo!
con responsable libertad, amando,
y Dios te estará guiando
¡desde adentro y sin que sepas cómo!

No le pidas a Dios que te responda cuando le hablas;
¡respóndele tú!, porque El te habló primero;
y si quieres seguir oyendo lo que falta
escucha lo que ya te dijo.

No le pidas a Dios que te libere,
desconociendo la libertad que ya te dio.

¡Anímate a vivir tu libertad!
y sabrás que sólo fue posible
porque tu Dios te quiere libre.

No le pidas a Dios que te ame,
mientras tengas miedo de amar
y de saberte amado.

¡Ámalo tú!
y sabrás que si hay calor es porque hubo fuego
y que si tú puedes amar es porque El te amó primero.

domingo, 17 de octubre de 2010

¿Que mandáis hacer de mi?

Vuestra soy, para vos nací:
¿Qué mandáis hacer de mí?…
Vuestra soy, pues me creasteis;
vuestra, pues me redimisteis;
vuestra, pues que me sufristeis;
vuestra, pues que me llamasteis;
vuestra, pues, porque me esperasteis;
vuestra, pues no me perdí:
¿Que mandáis hacer de mí?

Veis aquí mi corazón,
yo lo pongo en vuestra palma:
Mi cuerpo, mi vida y mi alma,
mis entrañas y afición.
Dulce Esposo y Redentor,
pues por vuestra me ofrecí:
¿Qué mandáis hacer de mí?

Dadme muerte, dadme vida,
dad salud o enfermedad,
honra o deshonra me dad,
dadme guerra o paz crecida,
flaqueza o fuerza cumplida,
que a todo digo que sí:
¿Qué queréis hacer de mí?…

Si queréis que esté holgando,
quiero por amor holgar;
si me mandáis trabajar,
morir quiero trabajando:
decid dónde, cómo y cuándo,
decid, dulce amor, decid:
¿Qué mandáis hacer de mí?

Santa Teresa de Jesús

domingo, 10 de octubre de 2010

Mis ojos brillan de alegría

Padre,
Tú te revelaste y me diste la luz,
y rompiste las cadenas que me mantenían cautiva.
Con tu gracia sostuviste los anhelos de mi alma.
No alcanzo a comprender este gran milagro de tu gracia.
Todo mi ánimo se desata en este deseo violento.
Yo deseo, y la corriente del amor rebasa los diques.
Todo mi deseo va dirigido hacia Ti,
Y yo exclamo: ¡Señor!
Temblando en todo el cuerpo,
balbuceando, adorándote.
Me apodero de tu mano y mi corazón se abre como una flor.
Mis ojos brillan de alegría y saltan de ellos las lágrimas;
el amor que no tiene límites, ni día, ni noche,
dura sin que se interrumpa.
Como la cera se derrite en el fuego,
así mi vida se funde.
Con esta vida mía te adoro,
lloro,
me inclino,
danzo,
invoco y en voz alta te pido.

T. Manikka