Basándome en la palabra del Talmud de que es suficiente que todos los hombres se arrepientan para que llegue el Mesías, decidí influir en ellos. Estaba seguro de tener éxito. Pero ¿por dónde empezar? El mundo es tan vasto. Empezaría por el país que mejor conocía: el mío. Pero era tan enorme mi país. Bueno, comenzaría por la ciudad que me era más próxima: la mía. Pero es tan grande mi ciudad… apenas la conozco. Bueno, empezaría por una calle. No, por mi casa. No, por mi familia. Bueno, empezaré por mí mismo.
Elie Wiesel: Retratos y leyendas jasídicas
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