Pastor de nuestro pueblo,
nos guiabas
como los viejos pastores guiaban sus ovejas,
¿Por qué no vienes un rato con nosotros?
¿Por qué has de sentarte siempre
sobre tus nubes de querubes blancos?
Ábrenos tu cara luminosa
como nos abre el sol la suya cada día.
¿No ves que estamos comiéndonos las lágrimas
y nos bebemos el llanto de los ojos?
Somos los mismos que sacaste del destierro
y nos plantaste después por todos los países.
Hemos cubierto valles y montañas.
crecimos mucho más que los pámpanos y cedros.
llegamos hasta el mar, más allá de los polos.
Como una viña somos.
¿Dejarás que se acerque el jabalí,
que nos ronden ladrones y alimañas?
Ven con nosotros.
Cuídanos.
Vendímianos con tu mano generosa.
Somos las cepas que plantaste tú,
Las uvas que soñabas,
El vino que solías prometer a tus amigos.
No dejes que vuelvan a talarnos,
que nos roben el fruto en el otoño.
Ven por la tarde a reparar la cerca,
a mirar los racimos,
a sentarte un rato a la sombra de los pámpanos.
V. M. Arbeloa