Si conocieras el Don de Dios.
Es un Don que reverbera en dones variados,
como pan multiplicado en casa del hambriento,
o fuente que corre en el desierto,
o luz que ciega e ilumina; pero más.
Si conocieras el Don de Dios,
si vieras su belleza y su riqueza,
los tesoros que encierra y se renuevan,
el gozo y la fuerza que proporciona,
siendo nosotros tan pobres; pero más.
Si lo conocieras, dirías: ¡Ven!;
y si de él bebieras, ya nunca tendrías sed: ¡Ven!
te embriagarías, santa embriaguez: ¡Ven!
te encenderías en amor santo –fuego divino-: ¡Ven!
Espíritu Santo, ¡Ven!
Úngeme, alégrame, confórtame: ¡Ven!
Libérame, sáciame, embriágame: ¡Ven!
Enamórame, transfórmame: ¡Ven!