Si tú eres la vida verdadera,
el agua viva del andar sediento,
si tú eres la paz que aquieta el alma,
el Dios de la esperanza al descubierto,
si tú eres el Padre de los hombres,
cabeza y corazón de nuestro cuerpo,
¿por qué temer la muerte inseparable?
¿por qué la angustia, y el horror, y el miedo?
Si no fuese verdad cuanto dijiste
por medio de Jesús el Nazareno,
sería falso lo mejor del mundo,
una inútil pasión el universo,
el tormento de Tántalo la vida,
la esperanza el ensueño de un mal sueño.
Tú eres, tú, Señor de la esperanza,
la pasión y la vida y el ensueño,
y el fin de la fatiga de la muerte
y el remolino azul de tanto miedo.
V. M .Arbeloa