Tú has puesto en nuestras manos, Señor,
la construcción del mundo
la edificación de la Iglesia, tu comunidad.
Nos has confiado el anuncio de tu evangelio
y nos esperas siempre en los pobres,
en los que sufren, en todos los hermanos.
Ante nosotros se abren muchos caminos.
Entre ellos esta tu llamada, invitación enérgica,
que no quita nada a nuestra libertad.
¡Queremos reservarnos enteramente la alegría y la responsabilidad de la respuesta!
No permitas que personas, ideas o
acontecimientos impidan o instrumentalicen
nuestras opciones y decisiones.
Haz más grande nuestra responsabilidad
y libera nuestra libertad,
para que cada uno de nosotros, en su puesto,
quiera darse totalmente, con amor,
hasta el fin
Pablo VI