domingo, 16 de enero de 2011

Tu nombre, Dios

Dios,
el nombre con el que te invocamos
está como muerto y casi no tiene ya significado,
vacío y caduco
como cualquier palabra humana.
Te pedimos
que vuelva a tener fuerza
como un nombre lleno de promesas,
como palabra viva
por la que sabemos
que tú serás para nosotros
el que eres:
digno de confianza, escondido,
aunque muy cercano
ahora y en la eternidad.

Huub Oosterhuis

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