Donde vaya, eres Tú.
Donde esté, estás Tú.
Solamente Tú.
Nada más que Tú.
Siempre Tú, Tú, Tú.
Todo va bien, eres Tú.
Estoy en dolores, eres Tú.
Solamente Tú.
Nada más que Tú.
Siempre Tú, Tú, Tú.
El cielo eres Tú.
La tierra, Tú.
Allá en lo alto, Tú.
Aquí en lo bajo, Tú.
Adonde sea,
adonde me vuelvo,
adonde me incline.
Al fin de todo,
eres Tú, solo Tú.
Nada más que Tú.
Siempre Tú, Tú, Tú.
Rabí de Berdidshev
domingo, 18 de julio de 2010
sábado, 10 de julio de 2010
Salmo
Estate conmigo, Señor,
en la ribera de mi desconsuelo.
Protege a mis hijos, defiende a los hombres,
levanta a los pobres,
suaviza esta larga aspereza del mundo.
Estate conmigo.
Me escuecen los ojos de lágrimas ocultas
por tantos motivos difusos,
por emociones buenas,
por gratitudes anchas,
por toda la espesura de dentro y de fuera,
por la atadura del corazón confuso y de la mente pequeña.
Estate conmigo, Señor,
amigo mío, mi luz y mi todo.
Calor, sentido, apoyo, compañía, fondo.
Estate conmigo
y con quienes te viven, te buscan, te adoran, te ignoran.
Somos todos los mismos,
faltos de cobijo,
necesitados de humildad y de estatura
para vivir la vida.
Santiago Sánchez Torrado (Cuadernos de Oración 71)
en la ribera de mi desconsuelo.
Protege a mis hijos, defiende a los hombres,
levanta a los pobres,
suaviza esta larga aspereza del mundo.
Estate conmigo.
Me escuecen los ojos de lágrimas ocultas
por tantos motivos difusos,
por emociones buenas,
por gratitudes anchas,
por toda la espesura de dentro y de fuera,
por la atadura del corazón confuso y de la mente pequeña.
Estate conmigo, Señor,
amigo mío, mi luz y mi todo.
Calor, sentido, apoyo, compañía, fondo.
Estate conmigo
y con quienes te viven, te buscan, te adoran, te ignoran.
Somos todos los mismos,
faltos de cobijo,
necesitados de humildad y de estatura
para vivir la vida.
Santiago Sánchez Torrado (Cuadernos de Oración 71)
sábado, 3 de julio de 2010
Libra mis ojos de la muerte
Libra mis ojos de la muerte;
dales la luz que es su destino.
Yo, como el ciego del camino,
pido un milagro para verte.
Haz de esta piedra de mis manos
una herramienta constructiva;
cura su fiebre posesiva
y ábrela al bien de mis hermanos.
Que yo comprenda, Señor mío,
al que se queja y retrocede;
que el corazón no se me quede
desentendidamente frío.
Guarda mi fe del enemigo
¡tantos me dicen que estás muerto!...
Tú que conoces el desierto,
dame tu mano y ven conmigo.
Himnos de la Iglesia
dales la luz que es su destino.
Yo, como el ciego del camino,
pido un milagro para verte.
Haz de esta piedra de mis manos
una herramienta constructiva;
cura su fiebre posesiva
y ábrela al bien de mis hermanos.
Que yo comprenda, Señor mío,
al que se queja y retrocede;
que el corazón no se me quede
desentendidamente frío.
Guarda mi fe del enemigo
¡tantos me dicen que estás muerto!...
Tú que conoces el desierto,
dame tu mano y ven conmigo.
Himnos de la Iglesia
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